lunes, 9 de noviembre de 2015

"Los actores somos mendigos"- Juan Gil Navarro

-2005- El protagonista de "Hombres de Honor" nos habla del mareo de la fama, la soltería y de un enano censor.

Tanto le cuesta reír, que durante la sesión de fotos hace chistes para poder esbozar una sonrisa. Sin embargo, a Juan Gil Navarro no le cuesta esfuerzo desnudarse delante de todos. Al sugerirle otro lugar para cambiarse, advierte: "No hay problema, se ve mucho más en una playa". 
Disfruta contando que antes de los 30 años se separó y fue como rendir la materia mas larga y difícil de su vida. Vive solo hace más de dos años y no quiere volver a compartir un techo. No tiene casa propia porque desconfía de los créditos, no usa reloj y se moviliza en un auto viejo. Asegura que la mejor inversión fueron los años de teatro y su último viaje a Europa. 


Noticias: ¿Es tan serio y reflexivo como aparenta? 
Juan Gil Navarro: En estos últimos años me solté más, era mucho más introvertido. Quería que me tomaran como un actor en serio, pero entendí que sólo el trabajo hace que te consideren, no la actitud. 

¿Gracias al trabajo de actor logró soltarse un poco más? 
Me relajo, pero sigo teniendo un "enano" adentro, es la censura que me dice que tenga cuidado con lo que digo o hago. También es cierto que se dicen muchas pavadas, y está bueno no hablar sólo de temas banales. 

¿Qué hace para distraer a ese "enano" que tanto lo censura? 
Tomar un buen Malbec (ríe), el vino es mi debilidad. Bajo el efecto del alcohol soy capaz de bailar, algo que no hago nunca. Todo lo que sea baile lo sufro hasta en la ficción, prefiero una escena de desnudo. 

¿Fue difícil dejar de lado un éxito como "Floricienta"? 
Me quedé tranquilo cuando entendí que "Floricienta" era más una moda que un éxito y corría el riesgo de quedar pegado a esa moda. Y justo llegó la propuesta de Adrián (Suar) para hacer algo completamente distinto. Mucha gente me decía que no hacía bien al dejar un éxito asegurado. 

¿Entonces, fue decisión suya dejar el programa de Cris Morena? 
No hubo manera de acordar, porque ella no veía compatible hacer la segunda temporada de "Historias de sexo de gente común", pero sobre todo no quería que hiciera teatro. Y para mí el teatro es fundamental, es un gimnasio mental. 

¿Se obtiene prestigio en las tablas? 
Se gana calidad, el prestigio es sólo un cartelito que te cuelgan, funciona igual que la fama. 

¿Supo manejar la fama? 
Sí, porque comencé a trabajar a los 23 y afortunadamente caminé otros escalones antes. Vi subir y caer a mucha gente, por lo que fue una buena escuela tardar un buen rato antes de llegar. 

¿Conoce muchos actores mareados con el éxito?
Es una locura, hay que tener un pie en la realidad. Mi primera anécdota en el teatro fue haciendo una obra de Bertolt Brecht, con Soledad Silveyra. Me acuerdo que durante el ensayo yo sufría tanto, que el director se subió enojado y me dijo: "¿Por qué sufrís tanto? Hay que hacer como los actores ingleses que no sufren, ellos mienten". Hace poco escuché a Anthony Hopkins comentar que algún día alguien le tocará el hombro y le dirá: "Se terminó, impostor, vaya a buscar un trabajo en serio". No es que uno se subestime, pero es un buen anclaje para darse cuenta de que uno es un juglar detrás del trono del rey, somos mendigos. Fue la modernidad la encargada de poner halos y mitos alrededor de este trabajo, pero el soberano es otro,. Y el público es caprichoso. 

¿Un actor está preparado para llenar un estadio de fútbol, como vivió usted con "Floricienta"? 
Sólo les pasa a los rockeros, no es habitual que lo viva un actor. En Vélez me sentí como Bono de U2, ver casi 40 mil personas me ponía la piel de gallina. Es como un monstruo, escuchás crecer los alaridos, creés que va a salir un dragón del medio de la gente. En la segunda función llevé un CD del recital de U2, me paré quince minutos antes de la función y puse play para escucharlo. Traté de imaginar que si estuviera mirando al grupo hubiera gritado igual que esos chicos. Sólo ahí entendí que tenía la responsabilidad de darles el show que ellos estaban esperando. 

¿Es cierto que viajó a Sicilia a observar el ambiente y la gente, para su papel de mafioso en "Hombres de honor"? 
Fui a Sicilia para observar cómo hablan y caminan, después me fui Londres y de ahí a París, durante ese trayecto me paró la policía francesa, que es muy asquerosa. Me preguntaron si llevaba alcohol o cigarrillos, les contesté que no, pero me miraron con mala cara. La regla internacional de viaje es estar bien vestido, en cambio yo estaba con barba, mochila y muñequera de cuero. Además, sucedía lo de Southern Winds, por lo que tenía el tatuaje de "sospechoso" en la frente. Me revisaron todo y me trataron de muy mala manera, como un narcotraficante. Cuando vieron el mate que llevaba empezaron a oler la yerba. Se complicó todo, les expliqué en qué consistía, pero no había caso. No podía creer que iba a terminar en cana por un kilo de yerba Unión, de bajo contenido en polvo (ríe). 

Es un actor exitoso, ¿y con las mujeres cómo le fue?
Era muy enamoradizo, más imprudente, iba de frente y me ensartaba. El balance es bueno, a pesar de que estuve casado cuatro años; me casé a los 25 con una chica rosarina que ahora vive en España, y me separé a los 29. 

¿Le dijeron que es muy joven para estar separado?
Me encanta decir que me casé y me divorcié antes de los 30, fue como rendir una materia anual larga y difícil. Hace más de dos años que vivo solo y le tomé un gustito, me va a costar dejar la soltería.


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